La principal deuda que tiene Chile con sus estudiantes es el aprendizaje integral.
Nuestro actual modelo educativo no es capaz de responder al interés de sus estudiantes. A partir de investigaciones de todo tipo y de nuestra experiencia trabajando en terreno en decenas de colegios, reconocemos la necesidad compartida de que las clases sean una experiencia atractiva, desafiante, motivante y útil para su vida presente y futura.
Hay que revolucionar la forma de aprender, con metodologías de enseñanza que permitan a los estudiantes desarrollar, además de conocimientos tradicionales en matemáticas o lenguaje, su interés y las competencias que necesitan para enfrentar la vida del siglo XXI: protagonismo y autonomía en el aprendizaje, creatividad, trabajo en equipo, pensamiento crítico y flexibilidad.
Esto es posible de manera expedita y con bajo costo. En Educación 2020 tenemos evidencia del impacto de innovar. Estamos trabajando junto a 30 escuelas de diferentes lugares de Chile: son 30 equipos directivos, 300 docentes y 3 mil estudiantes. Estas comunidades son testimonio vivo de que la innovación pedagógica mejora el aprendizaje, despierta la motivación y transforma las relaciones humanas en los colegios y, a la larga, en el país.