Educación 2020 propone establecer a la educación inicial universal, en modelos flexibles y de calidad, como la prioridad financiera y legislativa número uno de toda la reforma educativa de aquí al año 2030.
No hay otra que se le asemeje en su importancia e impacto. Está demostrado el valor insustituible de la educación inicial de calidad, no sólo para el desarrollo presente de niños y niñas, sino también para su futuro y el del país.
Sin embargo, Chile tiene una de las tasas de cobertura más bajas de la OCDE en los niveles de 0 a 3 años. A eso se suma la mala calidad de la atención, principalmente por la baja cantidad de personas adultas disponibles por cada niño o niña y a los deficientes modelos pedagógicos utilizados. Esta situación es crítica. Una educación inicial de mala calidad es aún más perjudicial que no tenerla, situación que ha sido evidenciada por numerosos estudios. No basta con ampliar la cobertura, el foco debe ser asegurar el desarrollo, bienestar y aprendizaje de los niños y niñas.